En el interior del Museo Nacional de Arte Romano
A primera hora del día 16 de diciembre, los alumnos de 2º de ESO “C”, acompañados de sus profesores de Matemáticas y Música, Francisco Luque y Alberto Rubio, salieron en autobús hacia Mérida, para realizar la visita arqueológica organizada por el Departamento de Música. Aunque el día amenazaba lluvia, ni por un momento menguó el buen ánimo y la confianza de pasar una jornada provechosa, instructiva y de amistosa convivencia.
El viaje de ida se desarrolló sin ninguna incidencia. A las once de la mañana llegamos a Mérida e iniciamos la visita al Museo Nacional de Arte Romano. Tanto la belleza del edificio como la extraordinaria calidad de las piezas allí expuestas provocaron la admiración de nuestro grupo. Aunque el objetivo principal de la actividad era el estudio de los elementos musicales en la cultura antigua, hicimos un recorrido por todas las salas del edificio, prestando gran atención a las diversas obras de arte.
A la una y media salimos del museo con intención de tomar el almuerzo. Como estaba lloviendo, buscamos un lugar cubierto y, siguiendo la recomendación de una amable empleada del museo, fuimos hasta los restos del antiguo foro municipal y del templo llamado de Diana. Allí, cobijados en el espacio porticado que flanquea el templo, los alumnos dieron cuenta de sus bocadillos. Por la tarde, ya sin lluvia, iniciamos la visita al teatro y al anfiteatro. En las gradas del teatro, el profesor ofreció una explicación sobre los aspectos musicales, artísticos y sociales del edificio. En el anfiteatro, tuvimos ocasión de reflexionar sobre la extraña mezcla de esplendor artístico y barbarie que produjeron estos impresionantes edificios.
A continuación, sin que nadie diera todavía muestras de cansancio, nos dirigimos hacia la Casa del Mitreo, excelente ejemplo de suntuosa domus urbana. En ella nos detuvimos especialmente contemplando el magnífico Mosaico Cosmogónico, que adorna el pavimento del Tablinum. Después, nos dirigimos hacia la zona de la alcazaba y el puente, cuya imagen lucía especialmente a la suave luz del atardecer. A las cinco y media volvimos al aparcamiento donde nos esperaba el autobús.
El camino de vuelta lo hicimos entre animadas conversaciones y cantos algo destemplados. Para todos los alumnos que por primera vez visitaron los tesoros de Mérida, estoy seguro de que se trató de una jornada memorable.
Puente romano de Mérida
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